viernes, 11 de febrero de 2011

Copa-MVP-Base, difícil conjugación.

En la segunda mitad de los años 90 la Copa del Rey fue una competición que tuvo un denominador común. La fiesta más vistosa de nuestro baloncesto fue dominada por los bases. En cinco ediciones consecutivas el director de juego fue el nominado como MVP de la Copa. Fue la época de los bases con personalidad.

Pablo “asistencias” Laso, Joan Creus, Andre Turner, Nacho Rodilla y Elmer Bennett se sucedieron como los Reyes de Copas.
  
Pablo Laso (MVP 1995)
  
Elmer Bennett (MVP 1999)

Mucho ha cambiado nuestro baloncesto desde los años 90, está claro. Como muestra de ese cambio, es significativo que de los últimos once jugadores elegidos MVP del torneo sólo se encuentra un base entre ellos: Pablo Prigioni (2006), otro base de gran personalidad en la cancha.


Pablo Prigioni (MVP 2006)

En estos once años el dominio ha sido de los “hombres grandes”. Siete de ellos se reparten otros tantos MVP: Alfonso Reyes, Pau Gasol, Dejan Tomasevic, Jorge Garbajosa, Jordi Trías, Mirza Teletovic y Fran Vázquez. Los tres MVP restantes han sido para dos genios del baloncesto: Dejan Bodiroga y Rudy Fernández (en dos ocasiones).

Hace poco, la FEB lanzaba la cuestión de la “desaparición” del base como director de juego, en un acertado punto en el que focalizar una cuestión importante del juego.

¿En qué podemos traducir esta “desaparición” de los bases entre los últimos galardonados como MVP de la Copa del Rey?

Está claro que la forma de juego actual deja en el olvido la figura de ese jugador capaz de dominar el tempo de un partido o una competición a su antojo en el baloncesto ACB. Las rotaciones son cada vez más cortas, a no ser de que un jugador se encuentre en “estado de gracia”, como le sucedió ayer a Sergio Rodríguez desde mediados del tercer cuarto contra Gran Canaria. Incluso en el caso de que el base tenga muchos minutos seguidos en pista para hacerse con el partido la rotación constante de sus acompañantes también pueden dificultar la misión de hacerse con las riendas del juego. Además, esa rotación constante ha elevado el nivel físico de las defensas. Las ayudas sobre el base que rompe son hoy más agresivas por una pura cuestión de “oxigeno en las piernas”.

Ayer, en la primera jornada de Copa del Rey, Omar Cook, base del Power Electronic Valencia realizó a mi entender un gran encuentro… y sólo anotó 2 puntos en 23 minutos. Eso sí, repartió 6 asistencias. No brilló tanto en sus números como en su juego. Buena dirección, buen reparto de la bola, gran defensa, sobre todo a Stephane Dumas.

En el segundo partido de la noche, fue el turno para que Sergio Rodríguez abriera el tarro de las esencias con su magia habitual. Pero tengo claro que si hubiese tenido un fallo antes de tiempo no habría tenido la oportunidad de enseñarnos de lo que es capaz. De hecho, tan sólo jugó 19 minutos y la mayoría de ellos, de forma extraordinaria, fueron seguidos debido a ese “estado de gracia”.

Con este panorama, difícil se antoja volver a ver en esta edición de la Copa del Rey de nuevo a un base coronarse como el MVP de la competición… a no ser que Sergio, Ricky, Marcelinho y compañía consigan evitar entrar en las mencionadas rotaciones continuas.

No es cuestión de la calidad de los bases. Simplemente, es otro baloncesto.


PD: ¿será casualidad que la camiseta de las tres fotos sea la misma?



espanolesnba@gmail.com

1 comentario:

  1. Os dejo la opinión dada en twitter por tres bases experimentados:

    @nachoordin: cada vez se tiene más en cuenta la valoración, y allí los bases no tienen demasiado que hacer con respecto a otras posiciones.

    @RafaMonclova: En el baloncesto actual es muy difícil encontrar bases que puedan promediar 20 de valoración por partido.Huertas podría ser

    @carloscherry8: jugando en un equipo mediocre el base puede hacer bastante valoracion,en uno q quiera ganar algo cn buenos companeros dificil

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